Summary Block
This is example content. Double-click here and select a page to feature its content. Learn more
Summary Block
This is example content. Double-click here and select a page to feature its content. Learn more

Testi

Testi

Testi

Testi

El Intercambio - Nick Sweet

El Intercambio - Nick Sweet

Traducido por Blanca Palomero Munuera

El Intercambio - Nick Sweet

Extracto del libro

Terry Statham se acercó al lienzo que estaba colocado en un caballete en el medio de la habitación, fue ‘Du-du’, como un niño pequeño, antes de retirar la tela que lo cubría, y Angie se encontró a sí misma observando el ‘Autorretrato a los 63 años’ de Rembrandt.

Estaban en la habitación delantera del piso de Terry, que éste había convertido en un estudio. Cuadros que Terry había pintado en una gran variedad de estilos diferentes colgaban alrededor de las paredes blanqueadas, pero era la cara del Rembrandt de 63 años la que reclamaba toda la atención de Angie. Teniendo por padre a un hombre como Terry, Angie se había familiarizado con los trabajos de los Antiguos Maestros desde una edad ridículamente temprana, de modo que incluso siendo muy pequeña conocía algunos lienzos de la misma forma que muchas niñas pequeñas hoy en día conocen a sus muñecas Barbie y Bratz.

‘¿Qué te parece?’, dijo Terry.

Angie se acercó más al cuadro para poder ver mejor la textura de la superficie, luego dio unos pocos pasos hacia atrás, y la pintura se enfocó ante ella. Sí, ese era definitivamente Rembrandt. Su padre había conseguido capturar en él hasta el más mínimo matiz en la expresión y el gesto - eso suponiendo...Angie se giró hacia Terry y dijo, ‘Es una copia, ¿verdad?’.

‘Dímelo tú’.

‘Bueno, quiero decir, tiene que serlo, claro - es sólo que está demasiado bien para serlo...demasiado auténtico...’. Sacudió la cabeza, mostrando incredulidad en sus bonitos ojos marrones. ‘¿Cómo te las has apañado para hacer que parezca tan real?’

‘Imagino que he debido de mejorar con los años.’ Terry se pasó la mano por su espeso pelo canoso mientras hablaba.

‘Espera un momento’, dijo Angie, ‘no puedes estar pensando en venderlo si el original aún está colgado en la pared de la National Gallery, ¿no?’.

Terry se limitó a seguir sonriendo, y Angie supo en seguida lo que significaba aquella sonrisa. ‘Papá, no lo hagas’, dijo, ‘te cogerán’.

Al día siguiente Terry Statham entró en la National Gallery con un caballete, pintura y pinceles. Colocó el lienzo frente al ‘Autorretrato a los 63 años’ de Rembrandt y empezó a pintar una imitación de la obra maestra que estaba colgada en la pared de enfrente suyo, asegurándose de que la imitación fuese muy diferente del original, y de una calidad infinitamente menor, para no levantar sospechas.

Entonces, en el momento en que la sala estaba casi vacía, lanzó un pequeño cilindro al suelo, del cual comenzó a salir humo. Terry gritó ‘¡Fuego!’ y las pocas personas que había en la sala salieron corriendo.

Brian Silver, el encargado de la galería, que estaba de vigilante, desactivó inmediatamente  el sistema de videovigilancia de la galería y sacó las cintas que se habían usado ese día. Luego abrió la puerta de la sala y comenzó a dirigir a la gente a la salida del edificio por un camino diferente.

Mientras Brian estaba ocupado evitando que alguien entrara en la sala, Terry y su cómplice, Kenny Jarrow, se pusieron manos a la obra. Parecían dos hombres de cuarenta años normales y corrientes haciendo algo que hacían cada día.

Bajaron el ‘Autorretrato a los 63 años de Rembrandt’ de la pared y lo sacaron del marco. Entonces, quitaron la tela en la que Terry había estado trabajando ese día del caballete, y debajo de ella estaba la ‘auténtica’ falsificación que había terminado tiempo atrás.

Cogieron esta ‘verdadera’ falsificación de Terry, la colocaron en el marco, en lugar de la original, y lo colgaron de la pared. Pusieron la copia amateur encima del Rembrandt original, envolvieron ambas pinturas en un trozo de lana de oveja, y las metieron en el estuche que Terry había traído.

Una vez hecho esto, Brian Silver, su hombre infiltrado, les entregó las cintas de las cámaras de vigilancia, antes de abandonar la galería los tres por separado.

Nadie paró a Terry mientras salía por la puerta trasera llevando el Rembrandt original.

‘Hola, Jeremy Willoughby al habla.’

‘Tengo el Rembrandt...Cuándo podemos hacer el intercambio?’

‘Pronto - Sólo necesito un poco más de tiempo.’

‘No te estarás echando atrás, ¿no?’

‘No, no es eso, te lo aseguro’, dijo Willoughby. ‘Solo necesito unos pocos días más para conseguir los cincuenta millones...debería tenerlos para el sábado por la mañana’.

‘Te llamaré el sábado por la mañana’, dijo Terry. ‘Pero escúchame bien, más te vale tener el dinero entonces si aún quieres el cuadro.’

Terry colgó.

‘Así que esto es todo,’ dijo Angie.

‘No es una gran casa, pero dijiste que querías verla, así que aquí estamos.’

Según entrabas había una pequeña cocina, la cama estaba separada, a la izquierda, debajo de la ventana, y apretujado entre la cocina y la cama había un escritorio con un ordenador encima. A ambos lados del ordenador, el escritorio estaba hasta arriba de libros y papeles.               

Angie sonrió y Liam dio un paso hacia adelante, casi rozándola. Se besaron, y Angie sintió que no quería parar. Sin embargo, pensó que sería mejor hacerlo, porque no quería parecer demasiado interesada en él. Después de todo, tan solo llevaban saliendo una semana. ‘Me muero de hambre’, dijo ella, ‘¿Tú no?’

‘Podría comer algo.’

‘¿Qué te parece si preparo algo para los dos?’

‘Claro, si te apetece.’

Angie preparó algo de pasta con tomate para ambos, se sentó al lado de Liam, y estaba a punto de dar el primer bocado cuando su móvil empezó a sonar. Lo cogió y descolgó. ‘¿Hola?’

‘Hola, Angie, soy yo.’

‘Hola, papá...¿qué pasa?’

‘¿Has visto las noticias hoy?’

‘No...¿por qué?’

‘Quizá deberías...’

‘Papá...¿podrías parar de hablar en código y decirme qué está pasando?’

‘No quiero echarte a perder la sorpresa, cielo.’

‘¿De qué estás hablando, papá...?’

‘Tan solo ve las noticias, cariño...Me tengo que ir...Te quiero.’

Terry colgó.

‘¿Qué ha pasado?’ le preguntó Liam.

‘Ojalá lo supiera.’ Angie cogió el mando, encendió la TV y empezó a pasar canales hasta que encontró las noticias.

‘¿Está en la tele...?’

‘Tan sólo me dijo que viera las noticias.’

Escucharon un informe sobre economía, y otro sobre las elecciones parciales, y entonces el presentador dijo, ‘Hoy, el director de la National Gallery de Londres ha anunciado que uno de los cuadros más valiosos e importantes de la galería ha sido robado en lo que parece haber sido una elaborada e ingeniosa operación.

La policía ha afirmado que la labor ha debido ser empeñado por profesionales extremadamente inteligentes y poseedores de un gran conocimiento del mundo artístico.

Lo que es más, parece que los autores del crimen están en contacto con uno de los mejores falsificadores de arte del mundo, porque la pintura que dejaron sustituyendo el cuadro original tras el robo es una brillante imitación...

De hecho, la imitación que los ladrones dejaron colgando de la pared de la Nationall Gallery, en el mismo lugar en el que solía estar el original, es tan brillante que nadie se había dado cuenta de que el se había realizado el robo hasta que uno de los ladrones llamó e informó al director de la galería sobre el hecho.’

Y aquí estoy yo, preguntándome si papá tan solo se está echando un farol y quizá buscando un poco de atención, pensó Angie...

Le llamó al móvil.

‘¿Hola?’

‘Papá’, dijo, ‘espero por Dios que sepas lo que estás haciendo.’

‘No te preocupes, ¿vale?’

‘¿Cómo no me voy a preocupar?’

‘Eres como tu madre.’

‘Tan solo ten cuidado, papá, por favor, ¿lo tendrás?’

‘Siempre tengo cuidado, nena...son gajes del oficio.’

Angie cruzó los dedos.

‘Cuídate,’ dijo Terry, ‘estaremos en contacto pronto, corazón’. Colgó.

El timbre de Terry sonó y se preguntó quién cojones sería mientras iba a echar un vistazo a través del visillo.

‘Bien, estoy jodido,’ dijo, cuando vio quién era.

Y pensó que lo mejor sería fingir que estaba fuera.

Sólo era cuestión de esperar a que se fuera...solo que no se fue...y entonces recordó haberle dado la llave.

Oyó el sonido de la llave girando en la puerta del piso...

‘Hola, Naomi, cariño...debo decir que es una agradable sorpresa.’

Se abrazaron, y entonces ella dijo, ‘No llamaste.’

‘He estado algo ocupado, cielo...¿quieres una taza de té?’

‘Una cerveza fría estaría mejor.’

‘Voy a ver si queda alguna en la nevera.’

Terry salió de la cocina, y volvió al salón con dos latas de Stella Artois y un par de vasos.

La había conocido en un club la semana anterior, y se había acostado con ella esa misma noche. A la mañana siguiente ella se había ido, diciendo que volvería. Ahí fue cuando él le dio la llave...se la dio en un impulso, sin realmente pararse a pensar las cosas, y se había olvidado completamente de ello.

Estúpido, pensó.

No es que no fuese una chica agradable...es que era el peor momento posible.

Terry puso algo de Sonny Rollins y hablaron un poco sobre nada interesante, para acabar dirigiéndose al dormitorio de la habitación de al lado.

Terry tuvo algunos problemas consiguiendo que se levantara al principio, así que Naomí empezó a hacerle una mamada mientras él, tumbado, miraba al techo pensando.

No podía esperar a que llegara el sábado. Pero, ¿qué pasaría si Willoughby se rajaba en el último momento? Tendría que conseguir otro comprador de alguna manera. Se preocuparía de ello cuando llegase el momento, si es que llegaba.               

Entonces Terry empezó a notarse duro, giró a Naomi sobre su espalda e hicieron el amor.

Estuvo bien.

Después él dijo, ‘¿Vas a pasar aquí la noche?’

‘¿Quieres que me quede?’

‘Claro que quiero.’

¿Qué otra cosa podía decir?

Habría sido verdad, bajo circunstancias normales.

Los Talismanes (Los Sabios Libro 1) - Lisa Lowell

Los Talismanes (Los Sabios Libro 1) - Lisa Lowell

El Secreto de Sullivan's (María Bartek y el Equipo SIPS Libro 1) - Robin Murphy

El Secreto de Sullivan's (María Bartek y el Equipo SIPS Libro 1) - Robin Murphy