El Secreto de Sullivan's (María Bartek y el Equipo SIPS Libro 1) - Robin Murphy
Traducido por Blanca Palomero Munuera
El Secreto de Sullivan's (María Bartek y el Equipo SIPS Libro 1) - Robin Murphy
Extracto del libro
Marie aún podía ver la cara manchada de lágrimas de Billy Cooper mientras esperaba a que Champ se fuera lentamente a dormir. Intentó explicarle que esta era una cirugía rutinaria. Pero Billy simplemente no entendía qué tenía que ver una cirugía con el hecho de que Champ no pudiera tener más hijos. Marie sonrió y acarició al setter irlandés mientras empezaba a afeitar y desinfectar el área donde tendría lugar la incisión.
Justo antes de realizar el corte, Marie atisbó con el rabillo del ojo la sombra de un niño pequeño. Parecía tener seis años, y la miraba fijamente. Cerró los ojos inmediatamente e intentó expulsar al espíritu de su cabeza. Cuando volvió a abrirlos, el niño se había ido.
Susurró dulcemente a Champ: “Lamento la interrupción. Deja que termine lo que estaba haciendo para que puedas volver con Billy. Cuanto menos tiempo pasemos aquí mejor para él y su ansiedad.”
Después de la cirugía, Billy y su madre Jane ayudaron a Marie a colocar cuidadosamente a Champ en la parte trasera de su SUV. Billy se emocionó al ver cómo Champ movía un poco la cola.
Marie le dijo, “Ahora acuérdate de seguir mi lista de instrucciones para Champ. Estará un poco adormilado hoy, pero es normal. Yo no le daría nada de comer hasta esta tarde-noche. Llámame si hay algún cambio, pero sé que estará bien.”
Billy sonrió y empezó a leer las instrucciones. “Voy a memorizar todo esto para asegurarme de que Champ mejora. Gracias, Doctora Bartek. Es usted la mejor veterinaria del mundo.”
Marie dijo adiós con la mano y se quedó a observar cómo se alejaban. Casi se había olvidado del espíritu que vio en el quirófano. Decidió que en cuanto terminase con el resto de sus citas llamaría a su mejor amiga Gale Winters, para continuar su conversación sobre la posibilidad de organizar un grupo paranormal. Habían pasado casi dieciocho años desde su último encuentro con un espíritu, era hora de indagar por qué su habilidad había vuelto.
Al acabar el día, Marie se dirigió ensimismada hacia la casa de Gale. Era consciente de que la llamada a su amiga había sigo ambigua, pero entendida. Mientras pasaba por la Taberna de Poe, se dio cuenta de lo mucho que le gustaba el hecho de poder ir a pie a cualquier lugar de la ciudad, vivir en la playa lo hacía posible. Lo que también era genial era tener a Gale viviendo a tres casas más arriba de la suya. Se acordaba de la primera vez que conoció a Gale cuando se mudó a Sullivan's Island, SC. Amante de las antigüedades, Marie había entrado en la tienda de Gale, enamorándose inmediatamente de las antigüedades y de ella. No tardaron en hacerse amigas.
A Marie le divertía la despreocupada y casual forma de vida de Gale. No tenía miedo de decir lo que pensaba y ponerte en tu lugar si era necesario. Era todo lo contrario de Marie. Gale era unos cuantos centímetros más alta, con un pelo tan negro que a Marie le recordaba al carbón. Sus ojos eran igual de oscuros y tenía la piel aceitunada. Podría llevar pantalones cortos en cualquier momento del año y aún así daría la impresión de venir de tomar el sol. Marie envidiaba el alto y delgado cuerpo de Gale, aunque eso no quitaba que se sintiera bien con su propio cuerpo. Estaba segura de que podía competir con Gale en el “departamento de tías buenas”. Después de todo, algunos hombres le habían dicho que les encantaba su largo pelo rubio y sus ojos verdes, por no mencionar el hecho de que tenía un esbelto cuerpo de nadadora. Nadar era su verdadera pasión y la razón por la que abandonó los fríos inviernos de Rhode Island para mudarse a Sullivan's Island.
Marie giró en un callejón y divisó el letrero de la tienda de Gale. Estaba cerrado. Los pensamientos y las petunias se desparramaban fuera de las macetas y sus colores contrastaban explosivamente con la pintura agua pálida de la fachada. Era una pintoresca casita de campo con una puerta rojo brillante y otra con tela mecánica colgada descuidadamente.
Marie dejó que la puerta se cerrará de golpe tras ella y siguió un maravilloso aroma a canela que la llevo a la cocina, donde encontró a la culpable. “Oh, Gale, sabes que estoy a dieta, ¿por qué haces estos increíbles bizcochos de canela y me torturas?
Gale sonrió y sirvió el té. “Porque ambas estamos a dieta y me encanta tener compañía cuando me la salto.”
Marie se rió y mordió un bizcocho. “Oh, Dios, esto es el paraíso. Es justo lo que necesitaba después del día en la clínica.”
Gale cogió otro y lo olió antes de darle un mordisco.
“Sí, fuiste extremamente imprecisa por teléfono. ¿Asumo que has tenido otro, digamos incidente? Es el tercero en un mes, ¿por qué crees que está pasando tan frecuentemente?
Marie se sentó y sopló el té antes de dar un trago. “No lo sé, pero me alegro de tenerte de confidente. Ya sabes, he estado viviendo aquí cerca de diecisiete años y aún no consigo descubrir por qué esta habilidad ha decidido irrumpir de nuevo en mi vida ahora. Pensé que la había perdido en Rhode Island.”
Gale estudió la cara de Marie mientras ella se deslizaba de nuevo a su silla y apoyaba los pies en la banqueta. “Es cierto; me dijiste que la última vez que te pasó tenías unos doce años. Dijiste que tus padres te miraban como si estuvieses loca.”
Marie suspiró, “Sí. Nunca me gritaron o regañaron por ello, pero odiaba la forma que tenían de mirarme. Además, nuestros vecinos empezaron a cotillear sobre ello e incluso cuestionaron las creencias religiosas de mi familia. Tampoco ayudaba el hecho de que mis hermanos solían meterse conmigo. Creo que estaban celosos.”
Gale se estiró para coger otro bizcocho pero decidió no hacerlo. “¿No había un niño en quien confiabas? ¿Quién era?”
“Oh, sí, Davy McGee. Era un poco raro.” Marie dio el último bocado a su bizcocho y pensó en Davy. “¿Alguna vez te dije que su madre se suicidó?”
Gale hizo una mueca de tristeza, “No, no me lo dijiste. Qué pena.”
“Sí, lo fue. Me molestaba todo el rato para que hablase con el espíritu de su madre, quería que descubriera por qué lo hizo. El problema es que todos en la ciudad sabían que su padre pegaba a su madre. Creo que Davy era el único que no lo sabía.”
Gale sirvió otra copa de té. “¿Conseguiste hablar con su madre?”
Marie se quedó en silencio, removiendo el té con la cuchara. “Sí. Me dijo que no soportaba más el acoso, así que se ahorcó. Davy se puso hecho un basilisco. Dijo que era una imbécil y que le había engañado. Nunca volvió a hablarme después de eso. Probablemente fuese entones cuando empecé a reprimir mi capacidad. Imaginé que sería así como la gente iría a reaccionar, no quería ver ni hablar con espíritus nunca más.”
Gale respondió, “No te culpo. Me pregunto cuál es el catalizador que hace que tu habilidad esté resurgiendo. Así que, hablando de esto, ¿cuándo quieres empezar a organizar un grupo paranormal? Hemos estado hablando de ello durante tanto tiempo que creo que ya va siendo hora de que lo pongamos en práctica. Me parece que tenemos suficientes interesados.
Marie asintió. “Estoy de acuerdo. ¿Quién dices que tienes en la lista?”
Gale cogió un papel, junto con otro bizcocho. “Bueno, a ver, están Mimi y Jim Rawlings. Mimi cierra la farmacia a las seis, y creo que Jim puede encontrar a alguien que le sustituya una tarde en el mercado. El Sr. perfecto Tim Haines debería ser capaz de cuadrar una tarde libre, siendo el Jefe de Bomberos y tal. Myra Cummings está jubilada, así que sin problema, a menos que tenga una lectura. Y Harry Connor trabaja durante el día así que también estará libre por las tardes-noche.”
“¿Harry Connor?” Ah, ya, el orientador y demonólogo[1].” Marie se terminó el té y se levantó para estirar la espalda. “¿Cómo se metió en eso? Bueno, de hecho he olvidado por qué todos ellos están tan interesados en ayudarnos a organizar este grupo, aparte de Myra, obviamente.”
Gale empezó a llevar los platos a la pila. “Bueno, creo que todos han tenido alguna experiencia relacionada con el más allá. Mimi y Jim vieron una aparición cuando estaban casados y Mimi embarazada de Amanda. Creo que Tim simplemente tiene curiosidad. Dice que por las noches oye voces en el parque de bomberos. Y Harry, bueno, Harry afirma que su primo segundo fue poseído dos veces, por eso se hizo demonólogo.”
Marie se apoyó en la encimera. “Bien, diría que es un grupo bastante interesante. ¿Por qué no llamas a Tim, Mimi y Jim para reunirnos? Yo llamaré a Myra y a Harry. Podemos quedar sobre las seis en mi casa el sábado por la noche, y reunirnos encima del garaje.
Gale sonrió, “Me parece un buen plan. Ah, por cierto, ¿deberíamos añadir al Comisario Miller a la lista?”
A Marie casi se le cae la taza. “¿Cory Miller? ¿Por qué demonios preguntas eso?
Gale se rió y dijo, “Porque creo que estás pillada por él.”
“Muy graciosa. No lo estoy. Además, ha dejado bien claro que es un escéptico.”
“¿Cómo lo sabes?” Gale tiró las hojas de té en la basura.
Marie se sentó y suspiró. “Porque Myra me dijo que ha tenido conversaciones con él sobre hacerle una lectura y él la rechazó amablemente.”
Gale empezó a enjuagar los platos. “Sí, pero eso no significa que no podamos hacer que cambie de ideas. Mucha gente no cree en fantasmas hasta que han vivido algo inexplicable. Después de todo, yo era así. Hasta que no vi a mi madre al pie de mi cama el día después de su muerte no empecé a creer. Nadie más en mi familia la vio. Así que...ahí tienes.”
Marie sonrió, “Sí, supongo que tienes razón. Cory es mono, ¿verdad? Quiero decir, alto, moreno y guapo siempre es una buena combinación.
Gale rió y cogió el teléfono. “Voy a empezar con las llamadas. ¿Por qué no coges mi agenda y haces lo mismo? Vamos a conseguir reunirnos el sábado.”
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