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En Busca de Victoria

En Busca de Victoria

Traducido por Enrique Laurentin

Una llamada a medianoche, una amiga desaparecida y un secreto mortal

A la una de la madrugada, Victoria Powell recibe una inquietante llamada telefónica de su amiga Kayla. Cuando llega al Central Park, Kayla no aparece por ningún lado—y nada puede prepararla para lo que viene. Su mejor amiga está muerta, y ella apenas logra escapar con vida.

Un mes antes, un archivo desaparece misteriosamente de un poderoso fondo de inversión, revelando años de corrupción y un secreto enterrado durante décadas. Mientras Victoria busca respuestas, se desata una cadena de asesinatos, traiciones y verdades familiares ocultas. Huyendo del peligro, se refugia en Martha’s Vineyard durante un violento nor’easter, y se sumerge en los diarios de su difunta madre—sin saber que el peligro la ha seguido hasta allí.

Descubre la verdad detrás de las mentiras en En Busca de Victoria. Consigue tu copia hoy mismo.

Extracto del libro

Nadie puede predecir adónde le llevará la vida. El plan mejor pensado puede torcerse. Reflexiono sobre la persistente solemnidad, los rituales diarios y las innumerables tareas, que no me llevan a ninguna parte más que a círculos, círculos interminables que adormecen la mente. ¿Cuándo se volvió todo tan mundano? Quiero sacudir las cosas, crear desorden en mi bien construida vida. Acabar con los rituales y transformarme en algo diferente. Pero el miedo a perder el control, el miedo a lo desconocido, me retiene en ese lugar mundano que sangra por el cambio.

A menudo me he preguntado si mamá, Judith Powell, me puso Victoria para señalar un nacimiento triunfal. A la edad de cuarenta años, y tras varios intentos, por fin lo consiguió victoriosamente. Sobre todo, creo que me puso este nombre para que triunfara de lo ordinario y viviera tan extraordinariamente como ella. Victoria es un nombre imposible de emular, sobre todo cuando se fracasa nada más empezar. Pero, tal y como yo lo veo, siempre habrá retos que conquistar. Así que decidí correr. Para entrenar mi cuerpo, prepararme para los retos de la vida y estar física y mentalmente preparada cuando llegue el momento.

Aunque soy como Judith, intento no serlo. Judith Powell, célebre cantante de ópera, alcanzó grandes éxitos, grandes victorias en una vida que parecía un escenario. Mi infancia fue mágica, con cantantes, actores y bailarines que me entretenían en casa y sobre el escenario. Durante horas, veía los ensayos de Judith y memorizaba escenas y piezas musicales. Desde el salón de casa de Judith hasta el teatro era un acto continuo: entretenimiento a la carta por parte de sus amigos actores. A veces me preguntaba si había una división entre la realidad y su vida escénica. Si era así, no lo sabía. Sobre el escenario, interpretaba bien a la heroína, pero ¿lo hacía fuera de él? ¿Habría sobrevivido en el mundo real, un trabajo en el que las habilidades vocales e interpretativas no sirven para medir el éxito? Supuse que no.

La segunda etapa de Judith, su casa de Martha's Vineyard, está llena de artefactos mágicos. Decoró mi habitación como si fuera un castillo, con dibujos de un bosque, la luna y criaturas mágicas que me custodiaban mientras dormía. Parece que fue hace tanto tiempo. Ya no soy una niña, he elegido una vida tradicional fuera del escenario, una vida diferente a la de Judith, el camino de mi padre, una carrera en finanzas. Mi padre, Aiden Powell, amaba a Judith más que a la vida. La colmó de amor y de una vida de lujos. Pero papá siempre dice: "Judith era un espíritu libre". Él entendía y aceptaba su forma de ser, pero a qué precio. Su dolor, no puedo imaginarlo.

En mi mente, oigo a Judith decir: "Deberías haber tenido una carrera en el escenario, tu primera derrota". Tal vez ella tenía razón. Si tuviera una bola mágica, ¿mi vida sería diferente? La verdad es que perdí el foco, mi dirección se torció, o me estoy rebelando contra una vida planeada por Judith. Decidida a llevar una vida diferente a la de mamá, elegí una carrera que chocaba a mis padres. Ansiosa por conquistar Wall Street, me puse el atuendo típico del mundo financiero, llené mi armario de trajes de poder, zapatos de tacón de cuero negro y accesorios alusivos a la riqueza. Me suscribí a las herramientas del oficio, Wall Street Journal, BusinessWeek y Forbes, y me convertí en otro zángano de Wall Street vestido con ropa de diseño.

Persiguiendo a Caitlyn (Chica rota Libro 1)

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