Memoria De Un Halcón (Misterios Jake Conley Libro 3) - John Broughton
Traducido por Cecilia Piccinini
Memoria De Un Halcón (Misterios Jake Conley Libro 3) - John Broughton
Extracto del libro
CAPÍTULO 1
Lower Quinton, Warwickshire, 2021 AD
Liffi Wyther, esposa atada de manos neo-pagana de Jake Conley, pasó junto a las altas ventanas rebatibles del salón. Un observador imparcial podía ser excusado por pensar que a la pareja no le había faltado nada. La visión de Jake del Parque Temático del Caballo Rojo había probado ser tan exitosa que los turistas y los excursionistas se habían reunido en tal número que encabezó las listas de las atracciones más visitadas del Reino Unido. Su rol como gerente de desarrollo les había proporcionado este edificio Grado II para su suntuosa casa. Era escuchado por importantes ministros de gobierno y conducía su Porsche customizado. Sin embargo, no todo estaba bien.
Labios apretados, las manos sostenidas detrás de su espalda, agarrando sus muñecas, la postura rígida de Liffi y la mandíbula apretada inclinada eran posturas estudiadas. Ella tenía la intención de llevar sus problemas adelante. Cuando ella giró al final de un corto lapso de tiempo, Jake finalmente espetó:
—Por el amor de Dios, Liffi, ¿cuál es tu problema?
— ¿Conmigo? ¿Acaso te importa, Jake Conley?
Con un brillo de satisfacción en sus ojos, ella vio que había capturado su atención con tanta eficacia como si le hubiera dado una bofetada en la cara.
Él se levantó de su sillón, donde parecía haber echado raíces.
—¿Si me importa? Por supuesto que sí. ¡Te amo, cabeza de maíz!
Había comenzado a burlarse de ella con ese apodo desde que ella peinó su cabello con trenzas de boxeador. Ella decía que le daba un aspecto de sirvienta y afirmaba sus creencias paganas. Aunque se burlaba de ella, le gustaba su nueva imagen de trenzado rudo y apretado.
— Extraña forma de demostrarlo —dijo ella—. ¡Eres como todos los demás! Si piensas que yo voy a quedarme en casa haciendo el lavado y planchado mientras conviertes tu maldito santuario de libélulas…
— ¡Oh, de eso se trata! Dejemos una cosa en claro, cuando tu acordaste casarte conmigo, yo no impuse…
— ¿Claro? ¿Tú conoces el significado de la palabra, Jake?
Él bajó la barbilla y hundió el pecho.
— Primero que nada, yo no estuve de acuerdo con nada. Nosotros no estamos casados. Fuimos atados de manos por una mujer sabia, porque fuimos hechos para estar juntos. ¡Pero no como esto!
Él empalideció y sacudió su cabeza.
—¿Cómo entonces? ¿No te gusta nuestra casa? ¿Qué es lo que quieres, Liffi?
— Amo nuestra casa. No es eso. Quiero mi vida de regreso. ¿Es tan difícil que lo entiendas, Jake? Yo pensé que cuando nos unieron, tu vendrías en mi camino.
— ¿Qué camino? ¿De qué estás hablando?
— Es justo eso, Jake. No tienes idea, ¿no?
Él jugueteó con los puños de su camisa, luego se pellizcó el puente de su nariz y cerró fuerte sus ojos.
— ¿No? Pienso que no. ¿Has hecho algún esfuerzo para comprender como me siento?
Él miró con nostalgia la puerta y suspiró.
—Maldita sea, Liffi, tu sabes cuan ocupado he estado haciendo un éxito del Parque Temático, y gracias a mis esfuerzos… —Movió una mano señalando alrededor de la habitación.
— Lo sé, no es que yo sea ingrata, Jake. Todo es adorable, pero no quiero convertirme en un burro de carga, una sombra de mí misma, ¡por el bien de una casa, maldición!
— Es más que una casa… —Él captó el acero en sus ojos azules—. Mencionaste un camino. —Se sentó en el sillón que había hecho suyo y cruzó los brazos sobre su pecho—. Dime que quieres decir.
Ella lo enfrentó moviendo un taburete. Sus ojos se suavizaron y le mantenía la mirada. Luego echó la cabeza hacia atrás por un momento, cerró los ojos y tomó una respiración profunda.
— ¿Mi camino? ¿Qué tanto conoces mis creencias? Te las voy a explicar antes de contarte mi idea. Te necesito Jake, si voy a emprender ese camino. —Su mirada se fijó en él nuevamente.
Él no tenía ni la más mínima noción de lo que ella estaba hablando, pero quería complacerla. No podía soportar la idea de perderla.
— Sabes que haré todo lo que pueda…
Ella asintió y su rostro adorable brilló.
—Lo sé, pero primero, mis creencias. ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos, Jake? —Ella sonrió ante el recuerdo.
—¿Cómo podría olvidarlo? —Él también sonrió ante el recuerdo de su encuentro en Warwick en la marcha de protesta anti-fracking.
— Me dijiste que la tierra era sagrada. Eso fue lo que me atrajo a ti, aparte de tu trasero.
— ¿Mi culo? ¿En serio?
— En serio. Para un panteísta como yo, el mundo es sagrado y está imbuido de una fuerza de energía divina que impregna toda la vida. Tus palabras tocaron el centro de mi ser. Creo que los espectros habitan el paisaje. Ellos viven invisibles junto a nosotros. Algunos son buenos. Otros malignos, pero cada uno tiene su personalidad. Yo también soy un pagano y adoro a los viejos dioses. Esto lo sabes. Pero yo tengo una devoción especial por Freya, especialmente después de conocerte.
— ¡Supongo que estás convencida de la existencia de elfos, enanos y gnomos! —se burló él.
—¡Por supuesto, lo creo! Además, pienso que nuestros espíritus ancestrales nos guían a lo largo de la vida. —Ella lo miró desafiándolo.
Él miró hacia abajo y se rascó la barba incipiente de la mandíbula. Cuando miró hacia atrás, su mirada estaba desenfocada. El tirón del lóbulo de su oreja la provocó.
—Jake, ¿vas a tomarme seriamente o qué?
—Te estoy escuchando, honestamente.
—¿Pero estas comprendiendo?
—Liffi, es un poco mucho para mí. Me criaron para ser un cristiano y un pensador lógico racional. Quiero decir, ¿elfos? ¿Realmente?
—Solo porque no hayas visto unos no quiere decir que no existen. ¿Has visto a Jesús?
—Bueno, no.
Ella se sentó hacia atrás y su labio se curvó.
—La cristiandad es una fe extraña, Jake. Es fundamentalmente incompatible con las tradiciones de nuestros antepasados sajones. No espero que aceptes mi paganismo de inmediato, pero si vamos a estar juntos, debes al menos hacer algún esfuerzo. Empieza pensando en lo que significa la palabra pagano. Es la forma contemporánea del haeden del Inglés Antiguo, significa el que vive en el campo o en los páramos y en los bosques. Después de todo, tú eres una prueba tangible del poder de los dioses.
Frunció el ceño. Era verdad. Él no podía negar o explicar algo de la fortuna que inexplicablemente lo había favorecido. Él creía de todo corazón en la Maldición del Caballo Rojo, y había visto a la mujer astuta y se había beneficiado de sus poderes.
— Prometo que resolveré mis ideas, Liffi. Me ocuparé de estudiar el Paganismo. Pero por ahora, dime que quieres que haga.
Le preocupaba lo que ella pudiera decir, pero… perdido por perdido…
Ella jugueteó con su coleta trenzada y lo miró desde debajo de su frente.
— Te dije que tengo una devoción especial por Freya, por lo que me gustaría construir un templo donde pueda adorarla. Una vez que esté terminado, me reuniría con mis parientes y realizaríamos ritos juntos.
Jake intentó esconder su asombro y empujó el aluvión de objeciones al fondo de su mente, pero emergió una de ellas.
— ¿Qué ritos? Ustedes no sacrificarán animales, ¿no?
—¡Absolutamente no! Eso es primitivo y cruel. Si tú mantienes tu palabra, te darás cuenta que hay otras maneras de honrar a los dioses.
—Lo haré, pero aún no me has dicho lo que quieres de mí.
—Jake, si dices que me ayudarás, seguiré adelante con mi idea.
—Por supuesto que te ayudaré. —Tenía una sensación de hundimiento.
Ella aprovechó su respuesta aparentemente positiva para extraer una serie de otras promesas que involucraban la reorganización doméstica. Liffi Wyther no tenía intención de convertirse en una pequeña ama de casa tímida, como lo expuso. Ella dijo que ella haría todos los arreglos para tener una ama de llaves, así él podría concentrarse en su carrera, con la condición de que estudiara el paganismo.
El pacto fue sellado con un beso apasionado.
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