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Clare y Axel - Z.A. Angell

Clare y Axel - Z.A. Angell

Traducido por Ainhoa Muñoz

Clare y Axel - Z.A. Angell

Extracto del libro

Fullerton – Febrero de 2011

-Nunca más-dijo Clare furiosa de camino a la bolera.

Su compañera de habitación, Britney, la había convencido para que fuese. Entonces aparecieron Dave y su amigo Cody el bocazas. “Tendría que haberlo imaginado”, pensó ella. Ahora, Clare no podía echarse atrás, así que hervía de rabia en el asiento trasero del vehículo. Golpeó la mano de Cody, la cual estaba preocupantemente cerca de su rodilla. Este había ignorado todos los esfuerzos de la chica para dejarle bastante claro que no le agradaba.

-Clare, sé amable-advirtió Britney desde el asiento delantero.

-Todavía no le he dado una patada, ¿verdad?

Dave y Cody se rieron. Ese era el problema: no la tomaban en serio.

Podría probar la utilidad de mis clases de kickboxing- reflexionó Clare con tristeza.

-Es casi el día de San Valentín-rio Britney-No querrás estar sola, ¿no?

-Sí. Mucho-Clare clavó su codo en las costillas de Cody-Mantén los ojos en la carretera, Dave-le dijo al conductor distraído.

La partida de bolos empeoró a una velocidad alarmante. Britney y Dave no podían quitarse las manos de encima y Cody hablaba y bebía mientras Clare le ganaba sin piedad. Este pudo haber sido un jugador de béisbol lo bastante bueno para estar en el equipo de la universidad, pero no, jugaba a los bolos. Ella tampoco, pero se concentró en el juego. No tenía interés en detenerse en los pensamientos que podrían estar pasando por el cerebro ebrio del chico.

-Te dejé ganar, cariño-dijo Cody de camino al auto. - Soy esa clase de chico.

-Sí, seguro-Clare esquivó su intento de poner su brazo sobre los hombros de ella.

-Dave, déjame conducir. Estás borracho- esta preferiría recorrer caminando los quince kilómetros que había de vuelta al apartamento, antes que ir en el asiento trasero con Cody.

Quince minutos después, mientras Dave y Britney se tomaban su tiempo para desenredar sus extremidades y poder salir del asiento trasero, Clare entregó las llaves del vehículo a Cody.

-Nos vemos después-dijo. Mucho después, cuando los dinosaurios vaguen por la Tierra otra vez-rectificó mentalmente.

Este parpadeó sin comprender nada. - ¿A dónde vas? -preguntó.

-A la casa de mi hermano-de ninguna manera volvería al apartamento con esa panda.

- ¡Oye, cariño, no puedes irte ahora!

Clare ya estaba a medio camino de su coche y no se molestó en reconocer el grito.

- ¿Qué necesitas de tu hermano, Clare? -por lo visto Britney se había arrastrado hasta el exterior.

Clare giró la cabeza a tiempo para ponerse fuera del alcance de Cody.

-Déjame sola.

Este se balanceó ligeramente-Entra.

-Piérdete-lentamente metió la mano en el bolsillo.

Él apretó los dientes-Nuestra velada juntos aún no ha terminado-dijo.

-Sí, ha terminado. No me cabrees.

Sus ojos se abrieron como platos - ¿Que no te cabree? - este alcanzó a la chica. -Ven aquí-dijo cuando ella dio un paso atrás-Te enseñaré a pasarlo bien.

Britney y Dave eran las únicas otras personas en el aparcamiento.

-Clare, sé amable-rio Britney. Esta debía haber bebido más cerveza de lo razonable.

Clare apuntó con su bote de espray de pimienta en la dirección de Cody y apretó el gatillo.

Clare no se quedó para presenciar las consecuencias de su acto. Esta se dirigió directamente a la casa de Hunn, se acercó a la puerta y tocó el timbre con impaciencia, dándose cuenta muy tarde de que debería haber llamado. No estaba de humor para lidiar con Randy, el compañero de habitación de Hunn, en el caso de que este estuviese solo en casa. En general (o tal vez debido a su amistad con Hunn), Randy mantenía las manos quietas, pero sus cuerdas vocales jamás descansaban.

-Sigue regañándole y no muestres debilidad-aconsejó Hunn.

Ella siguió inevitablemente su sabio consejo (por una vez). Infortunadamente, Randy estaba a prueba de balas contra cualquier insulto. Clare puso sus dedos en el bote de espray de pimienta. Vaya, esta noche la chica no tenía ni un respiro.

- ¡Amor de mi vida! Qué agradable…-la sonrisa rapaz de Randy se desvaneció. - ¿Qué pasa? ¿Clare? ¿Estás bien? - Este abrió la puerta de par en par. Detrás de él, Hunn y su compañero de banda Jeff, levantaron la vista de las partituras que cubrían la mesa.

Clare se dirigió a la nevera y abrió una cerveza, desafiándolos en silencio a detenerla.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó Hunn cuando ella terminó de tomarse el contenido de la lata.

- Será mejor que me quede aquí esta noche-hipó. Curiosamente no sintió zumbido alguno.

- ¿Qué has hecho? -insistió su hermano.

- Rocié con gas pimienta al amigo del novio de mi compañera de habitación-dijo.

- ¿Que has hecho qué? -preguntaron tres voces al unísono.

Fullerton – Septiembre de 2011

Clare llevó una vida nómada en verano. Se fue a casa durante dos semanas antes de regresar para quedarse con Hunn. En su línea de trabajo, Randy viajaba la mitad del tiempo (y más en verano), pero cuando estaba en casa, aquello era un circo. Para escapar de sus disparates interminables, cuando aquella se marchó a un crucero de dos semanas por México, Clare se quedó en casa de su compañera de trabajo (y cuidó de tres gatos, cuatro cobayas, dos loros y una tortuga). Clare se fue con su madre y su padre cuando estos alquilaron una suite en el hotel durante su visita de una semana. En septiembre, Clare estuvo lista para instalarse otra vez en el alojamiento universitario. El primer día, muy temprano, Clare y sus compañeras de habitación se reunieron alrededor del nuevo e imprescindible aparato de cocina: una cafetera de doce tazas.

-Por los novios altos, morenos y guapos-la elegante Liliana levantó su taza.

-Por los exámenes fáciles y pocos deberes-sugirió Alyssa. El año pasado esta aceptó amablemente intercambiar apartamentos con Clare, tras el incidente con Cody.

-Por los sobresalientes para todas nosotras-recalcó la tranquila y seria Sandra.

-Por los viejos y nuevos amigos-brindó Clare.

Chocaron sus tazas y bebieron el café pensativamente.

- ¿Tu hermano vendrá a visitarnos, Clare? -a Liliana le brillaban los ojos. - Mide un metro noventa, es todo músculos y tiene una sonrisa que derrite tu corazón,- le explicó a Sandra.

-Él no es material para una relación-dijo Clare.

Liliana parpadeó sus ojos bien definidos. - ¿Qué sabrás tú? Ni siquiera sales con alguien.

- ¡Sí lo hago!

- ¿En serio? ¿Con quién y cuándo? - La desafió Liliana.

Clare dio vueltas al café avellana de su taza. Salir con Brian en el instituto era una historia antigua, y mencionar la única (amarga) cita (otra vez con Brian) el verano pasado, no servía de nada. ¿La cena con Randy y Hunn contaba?

-Tengo un horario completo con las clases y el trabajo. ¡Apenas tengo tiempo para salir a correr o para usar la moto acuática! Y quiero aprender a hacer surf -dijo. Bueno, quizá su gloriosa fama bastante difundida como chica-dragón tuviese algo que ver con la falta de citas.

O quizá fuese la advertencia pública de Hunn a Cody: “Si alguna vez vuelves a acosar a mi hermana, te haré suplicarle que te vuelva a rociar con espray de pimienta”, le dijo.

-Tus prioridades están muy desordenadas, - señaló Liliana. -Y lanzar canastas no supone tener una cita.

Clare se analizó a sí misma de forma crítica en el espejo. Los bolsillos de sus pantalones cargo negros se equilibraban con su cartera, sus llaves y su brillo de labios por un lado y su teléfono, su espray de gas pimienta y sus pañuelos, por el otro. Su sudadera con capucha de color blanco y azul de una tienda de ropa de surf hacía juego con los pantalones cargo, tanto en estilo como en utilidad. El sujetador deportivo evitaba que sus pechos rebotaran. Clare ajustó la cadena de su colgante de concha marina de oro y se colocó un brazalete de abulón en la muñeca. Recogió su mochila de color negro y burdeos y se dirigió a su primera clase de segundo año.

El campus de la Universidad Estatal de California en Fullerton abarca una superficie de 97 hectáreas. Los edificios de varios pisos se pueden describir mejor como pináculos de la arquitectura de la década de 1960, aunque las residencias universitarias son nuevas y eficientes. Clare dio un paseo tranquilamente por el campus, ahora familiar. Las ardillas grises eran las dueñas del lugar durante el verano, pero ahora daban vueltas confundidas como si fuesen nuevos estudiantes, y un conejo raro y valiente saltaba por los arbustos, como si se tratara de un miembro de la facultad intentando esquivar a un estudiante quejica en los pasillos. En septiembre los días aún eran cálidos y secos, con noches y mañanas frescas; aquel día, una fuerte brisa barría los árboles y arrancaba las hojas secas. El viento debe estar desgarrando altamar; habría olas. Eran exactamente la clase de condiciones en las que ella podría levantar su moto acuática en el aire…

-Perdón, -un chico alto y delgado que llevaba puesta una camiseta de una banda de heavy metal se topó con Clare. Su pelo largo y oscuro estaba desaliñado y sus ojos marrones estaban hundidos. Este se hallaba sin aliento. - ¿Dónde está McCarthy Hall?, -preguntó.

-Por ahí-señaló Clare. Aquel era un chico guapo y un nuevo estudiante que probablemente ignorase la reputación intimidante que ella tenía. - Yo tengo una clase allí.

Él le siguió el paso. - Me llamo Rhett, - dijo.

-Yo soy Clare. ¿Es tu primer día en la universidad?

Este se detuvo y abrió los brazos. - ¿Parezco un estudiante de primer año?

-Actúas como uno.

-Me he trasladado. Este es mi tercer año, -explicó. - Parece haber comenzado de golpe. Me quedé dormido esta mañana y olvidé mi permiso de aparcamiento. Así que tuve que aparcar muy lejos y mover el culo hasta aquí. ¿A qué clases estás yendo, nena?

La mochila de Rhett aterrizó en el suelo con un ruido sordo. - ¿Qué le pasa a tu amiga? Básicamente me rogó que la invitara a salir y luego me dio ese maldito discurso de la zona de amigos, - dijo.

-Ni idea. - Clare abrió su cuaderno.

Una semana después de conocer a Rhett, Liliana, la reina del cabello perfecto, el maquillaje profesional y los complementos, se había presentado ante él. Cuando Rhett y Liliana tuvieron una cita, Clare se molestó y se quedó un poco decepcionada; pero un largo paseo en moto acuática por Newport Beach le despejó la mente. Tan solo deseaba no tener que lidiar con Randy al volver o, al dejar la moto acuática. “Te asusta reconocer tus tiernos sentimientos por mí, encanto”, fue su último dardo de ataque. “Menudo imbécil”, murmuró Clare.

- ¿Quién? ¿Liliana? Estoy de acuerdo.

Clandestino - James Quinn

Clandestino - James Quinn

El Legado del Destripador (La Trilogía del Estudio en Rojo Libro 2) - Brian L. Porter

El Legado del Destripador (La Trilogía del Estudio en Rojo Libro 2) - Brian L. Porter